En primer lugar agradecerte que hayas pasado del título y hayas llegado hasta aquí porque ya es bastante. Lo normal sería que a estas alturas ya hubieras clicado sobre la crucecita que hay en la parte superior derecha de la pantalla y hubieras salido de esta página, ya que es probable que tengas cosas más interesantes que hacer.
Si hasta el momento el título te ha parecido algo “freak” para empezar, espera a acabar de leer el resto de la historia que voy a contarte, si es que logras aguantar hasta el final. Te adelanto que no se trata de la historia de una pelea entre insectos artrópodos.
El caso es que el año pasado, ojeando la prensa, me llamó poderosamente la atención una noticia de connotaciones perejilescas, que trataba sobre un romántico litigio entre dos poblaciones de la Costa Brava por la soberanía territorial de un archipiélago llamado “Illes Formigues”. El caso es que Palamós y Palafrugell se disputaban la juridiscción de esos islotes ya desde el siglo XV y como por lo visto aún no se había resuelto el asunto, habían decidido reclamar de nuevo su pretendida soberanía en pleno siglo XXI.
¿Illes Formigues? Y yo que pensaba que después de les Illes Medes el archipiélago más cercano a la costa eran las Baleares. Decidí indagar un poquito sobre el asunto. Resulta que les Illes Formigues es un grupo de dieciséis islotes, cuya superfície total no supera los tres mil metros cuadrados (la tercera parte de un campo de fútbol) y que se encuentran frente a la costa en el lugar donde limitan los términos municipales de Palamós y Palafrugell. Por lo visto no queda demasiada fauna marina, no hay yacimientos petrolíferos (que se sepa hasta el momento) y no hay espacio ni para montar un Caprabo. Así que, ¿a qué venía tanto interés por ambos municipios?. Pues ni más ni menos que por su valor histórico porque por lo visto en el año 1285 tuvo lugar junto a los islotes una decisiva batalla naval que cambió el rumbo de la historia. (Agárrate que vengo).
Cuando Jaume I (también podemos llamarle Jaime en castellano, Iacme en latín o Haimi en árabe) falleció, dejó la Corona de Aragón (Aragón, Catalunya, Valencia y Mallorca) a sus hijos Pere II (Pedro II) y Jaume II. A Pere II le dejó Aragón, Catalunya y Valencia (es decir, lo gordo) y a Jaume II le dejó el Reino de Mallorca, que venía en el “pack” junto con la Cerdanya y el Rosselló. (Eso son herencias y lo demás son tonterías). Total, que Pere II se pasaba el día sofocando rebeliones de musulmanes en la zona de Alicante y Murcia, pero mirando de reojo a Castilla y Francia, y Jaume II se pasaba el día yendo a la suya y tratando de ser lo más independiente posible y de hacer el mínimo caso posible a su hermano Pere II.
Bueno, además de andar todo el día sofocando rebeliones de musulmanes, con almogávares para arriba y para abajo, Pere II también tuvo tiempo de casarse. Y se casó con una tal Constanza, heredera al trono de Sicília. De ese modo Pere II pasaba también a ser dueño de Sicília y se aseguraba un punto estratégico en el centro del Mediterráneo. Así que el amigo, además de heredar de entrada Aragón, Catalunya y Valencia, se lo montó de lujo y se hizo con Sicília.
Bien, la cosa hasta ahí iba marchando hasta que Francia se metió por medio. Los franceses, con los que era habitual liarse a tortazos de manera regular, veían con preocupación que la Corona de Aragón pudiera ganar Sicília, así que se adelantaron a Pere II y le dejaron sin regalo de bodas. Los franceses se metieron en Sicília y se la agenciaron. Los sicilianos, que no se llevaban muy bien con los franceses (por causa de tratos abusivos y tal, lo normal por aquellos tiempos) se rebelaron contra ellos y le dijeron a Pere II que le preferían a él como rey y que si quería podía ir a Sicilía con unos poquitos almogávares y liarse a tortazos con los franceses. Inmediatamente habrás pensado – Pere II se apuntó a la fiesta de tortazos- y sí, no te has equivocado, no. Total, que Pere II, con sus soldados catalanes y aragoneses, se presentó en la isla y desalojó a los franceses (digo desalojar porque suena realmente bien, queda más “cool”) en lo que duran dos peces de hielo en un whisky del Sabina.
Los franceses se cabrearon bastante, por no decir muy mucho y fueron a quejarse al Papa. El Papa por entonces venía a ser una especie de ONU y hacía un poco de árbitro en el mundo cristiano. Y el Papa, que era más pro-francés que la UEFA, autorizó al rey de Francia a invadir Catalunya y quedarse con los reinos de Pere II. Así que un ejército francés de la hostia entró en Catalunya, cruzando por el Rosselló sin que Jaume II (hermano de Pere II) dijese ni pío (Jaume II estaba celosito de su hermano y colaboró con los franceses). El ejército francés conquistó Girona, Roses, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, llegando hasta la mismísima Blanes. Para abastecer de provisiones y alimentos a su ejército, el rey de Francia puso su flota a lo largo de la Costa Brava, dividida en varias flotillas. La verdad es que los franceses lo tenían bien montado y la flota iba avanzando por la costa, a medida que su ejército iba ganando terreno hacia el sur. Pere II, que era un gran estratega (lo que no quita que pudiera estar cagado de miedo al ver que se le metían hasta la cocina) pensó que lo mejor sería debilitar al ejército francés cortando el suministro de provisiones, lo que significaba atacar su flota en la Costa Brava.
Total, que el 27 de agosto de 1285 la armada catalana atacó a un grupo de la flota francesa destacada junto a les Illes Formigues, frente a Calella de Palafrugell, derrotándola por completo. Como el resto de la flota francesa, que era bastante más numerosa que la catalana, estaba en Roses, los marinos idearon una artimaña: cogieron los estandartes de los barcos franceses derrotados en les Illes Formigues y se los pusieron a las naves catalanas. Así pudieron acercarse a la flota francesa en Roses y, estando bien cerquita y siendo el 3 de septiembre de 1285, despejar sus cubiertas de todo bicho viviente a ballestazo limpio. El 4 de septiembre, delante de Cadaqués, la flota catalana acabó la faena y derrotó lo quedaba de armada de los franceses.
Y así fue como, el ejército francés en tierra (no quedándoles ni un fuet para llevarse a la boca) tuvo que retirarse, no sin antes recibir un serio correctivo a manos de los almogávares en Panissars...pero esa ya es otra historia.
Y así pasaron a formar parte de los libros de historia les Illes Formigues. ¿Qué cómo acabó el tema del litigio por las islas?. Pues la cuestión de solventó de manera salomónica: mitad de los islotes para Palamós, mitad para Palafrugell. Aunque creo que alguna de las dos partes no ha quedado del todo satisfecha...
Si hasta el momento el título te ha parecido algo “freak” para empezar, espera a acabar de leer el resto de la historia que voy a contarte, si es que logras aguantar hasta el final. Te adelanto que no se trata de la historia de una pelea entre insectos artrópodos.
El caso es que el año pasado, ojeando la prensa, me llamó poderosamente la atención una noticia de connotaciones perejilescas, que trataba sobre un romántico litigio entre dos poblaciones de la Costa Brava por la soberanía territorial de un archipiélago llamado “Illes Formigues”. El caso es que Palamós y Palafrugell se disputaban la juridiscción de esos islotes ya desde el siglo XV y como por lo visto aún no se había resuelto el asunto, habían decidido reclamar de nuevo su pretendida soberanía en pleno siglo XXI.
¿Illes Formigues? Y yo que pensaba que después de les Illes Medes el archipiélago más cercano a la costa eran las Baleares. Decidí indagar un poquito sobre el asunto. Resulta que les Illes Formigues es un grupo de dieciséis islotes, cuya superfície total no supera los tres mil metros cuadrados (la tercera parte de un campo de fútbol) y que se encuentran frente a la costa en el lugar donde limitan los términos municipales de Palamós y Palafrugell. Por lo visto no queda demasiada fauna marina, no hay yacimientos petrolíferos (que se sepa hasta el momento) y no hay espacio ni para montar un Caprabo. Así que, ¿a qué venía tanto interés por ambos municipios?. Pues ni más ni menos que por su valor histórico porque por lo visto en el año 1285 tuvo lugar junto a los islotes una decisiva batalla naval que cambió el rumbo de la historia. (Agárrate que vengo).
Cuando Jaume I (también podemos llamarle Jaime en castellano, Iacme en latín o Haimi en árabe) falleció, dejó la Corona de Aragón (Aragón, Catalunya, Valencia y Mallorca) a sus hijos Pere II (Pedro II) y Jaume II. A Pere II le dejó Aragón, Catalunya y Valencia (es decir, lo gordo) y a Jaume II le dejó el Reino de Mallorca, que venía en el “pack” junto con la Cerdanya y el Rosselló. (Eso son herencias y lo demás son tonterías). Total, que Pere II se pasaba el día sofocando rebeliones de musulmanes en la zona de Alicante y Murcia, pero mirando de reojo a Castilla y Francia, y Jaume II se pasaba el día yendo a la suya y tratando de ser lo más independiente posible y de hacer el mínimo caso posible a su hermano Pere II.
Bueno, además de andar todo el día sofocando rebeliones de musulmanes, con almogávares para arriba y para abajo, Pere II también tuvo tiempo de casarse. Y se casó con una tal Constanza, heredera al trono de Sicília. De ese modo Pere II pasaba también a ser dueño de Sicília y se aseguraba un punto estratégico en el centro del Mediterráneo. Así que el amigo, además de heredar de entrada Aragón, Catalunya y Valencia, se lo montó de lujo y se hizo con Sicília.
Bien, la cosa hasta ahí iba marchando hasta que Francia se metió por medio. Los franceses, con los que era habitual liarse a tortazos de manera regular, veían con preocupación que la Corona de Aragón pudiera ganar Sicília, así que se adelantaron a Pere II y le dejaron sin regalo de bodas. Los franceses se metieron en Sicília y se la agenciaron. Los sicilianos, que no se llevaban muy bien con los franceses (por causa de tratos abusivos y tal, lo normal por aquellos tiempos) se rebelaron contra ellos y le dijeron a Pere II que le preferían a él como rey y que si quería podía ir a Sicilía con unos poquitos almogávares y liarse a tortazos con los franceses. Inmediatamente habrás pensado – Pere II se apuntó a la fiesta de tortazos- y sí, no te has equivocado, no. Total, que Pere II, con sus soldados catalanes y aragoneses, se presentó en la isla y desalojó a los franceses (digo desalojar porque suena realmente bien, queda más “cool”) en lo que duran dos peces de hielo en un whisky del Sabina.
Los franceses se cabrearon bastante, por no decir muy mucho y fueron a quejarse al Papa. El Papa por entonces venía a ser una especie de ONU y hacía un poco de árbitro en el mundo cristiano. Y el Papa, que era más pro-francés que la UEFA, autorizó al rey de Francia a invadir Catalunya y quedarse con los reinos de Pere II. Así que un ejército francés de la hostia entró en Catalunya, cruzando por el Rosselló sin que Jaume II (hermano de Pere II) dijese ni pío (Jaume II estaba celosito de su hermano y colaboró con los franceses). El ejército francés conquistó Girona, Roses, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, llegando hasta la mismísima Blanes. Para abastecer de provisiones y alimentos a su ejército, el rey de Francia puso su flota a lo largo de la Costa Brava, dividida en varias flotillas. La verdad es que los franceses lo tenían bien montado y la flota iba avanzando por la costa, a medida que su ejército iba ganando terreno hacia el sur. Pere II, que era un gran estratega (lo que no quita que pudiera estar cagado de miedo al ver que se le metían hasta la cocina) pensó que lo mejor sería debilitar al ejército francés cortando el suministro de provisiones, lo que significaba atacar su flota en la Costa Brava.
Total, que el 27 de agosto de 1285 la armada catalana atacó a un grupo de la flota francesa destacada junto a les Illes Formigues, frente a Calella de Palafrugell, derrotándola por completo. Como el resto de la flota francesa, que era bastante más numerosa que la catalana, estaba en Roses, los marinos idearon una artimaña: cogieron los estandartes de los barcos franceses derrotados en les Illes Formigues y se los pusieron a las naves catalanas. Así pudieron acercarse a la flota francesa en Roses y, estando bien cerquita y siendo el 3 de septiembre de 1285, despejar sus cubiertas de todo bicho viviente a ballestazo limpio. El 4 de septiembre, delante de Cadaqués, la flota catalana acabó la faena y derrotó lo quedaba de armada de los franceses.
Y así fue como, el ejército francés en tierra (no quedándoles ni un fuet para llevarse a la boca) tuvo que retirarse, no sin antes recibir un serio correctivo a manos de los almogávares en Panissars...pero esa ya es otra historia.
Y así pasaron a formar parte de los libros de historia les Illes Formigues. ¿Qué cómo acabó el tema del litigio por las islas?. Pues la cuestión de solventó de manera salomónica: mitad de los islotes para Palamós, mitad para Palafrugell. Aunque creo que alguna de las dos partes no ha quedado del todo satisfecha...
7 comentarios:
Lo de las connotaciones perejilescas y el liarse a tortazos con los franceses me ha hecho bastante gracia. Es otra maera de leer sobre historia, sin duda. Podrías escribir libros de texto para adolescentes en la edad del pavo que no quieren estudiar!
A parte de lo interesantes que puedan ser tus historias, te felicito porque lo explicas sin erudiciones ni tecnicísmos ¡chapeau! (Ves una herencia frnacesa).
Yo quisiera preguntarte si ya por entonces existía la DGT, y si es cierto que el primogénito de JAUME ya era el Hebreu. Bueno ya me contarás.
A mí me parece sobre todo curioso. Si, es una buena elección de tema para escribir sobre historia, la curiosidad. Interesante, ahora cada vez que oiga hablar de Les Formigues me acordaré de este texto. ¿Se puede vivir ahí? Se puede uno comprar un terrenito y hacerse una casa o es complicado? No sabía ni que existían.
A mí también me ha gustado mucho. Al final los blogs serán mi mayor hobbie y mi lectura favorita.
Ah! Al Tino este ni bola que ya lo conozco de otro lao y tiene un trauma del que no sale.
Galo mis traumas vienen de mi infancia durante la dictadura, por si no lo sabes... nos pegaban, nos encerraban, nos mataban de hambre y nos violaban, y nos decían que si nos hacíamos pajitas nos quedaríamos ciegos.. ¿Vale?, asinas que podías tener compasión de los pobres afligidos.
PDT.- O ben vinguts passeu passeu...
Buenas. Veo que ya habéis estado husmeando por aquí.
Por cierto, diciembre, no creo que allí pueda construirse nada. Tres mil metros cuadrados divididos entre dieciséis islotes escarpados no dan para mucho. Es lugar de reunión en embarcaciones de recreo y submarinistas. Poco más.
Vaya, pa los ricos, como casi tó
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