miércoles, 11 de marzo de 2009

La embajada de Al-Ghazal

Corría el siglo IX y los pueblos normandos (también conocidos como vikingos, aunque no todos los normandos fueron vikingos) noruegos y daneses ya se habían desparramado por el atlántico norte europeo. Los vikingos suecos prefirieron la ruta del este y eran más aficionados a navegar por los ríos ucranianos y rusos hasta conectar con la ruta de la seda en Bizancio. Respecto a los finlandeses, no se trató de un pueblo normando, y ya tenían bastante con tener por vecinos a los otros tres y padecerlos.

El caso es que los noruegos, muy amigos de las islas y el navegar, ocuparon una parte de Escocia, las islas británicas del norte como las Shetland y las Órcadas, así como también las Hébridas, Man y la mismísima Irlanda, fundando ciudades como Dublín. Cuando llegaba el buen tiempo los vikingos salían de expedición porque no eran gentes de quedarse en casa cuidando el huerto o la abuela y en el año 844 un enjambre de naves de “westfaldingi” (vikingos noruegos del Vestfold, fiordo de Oslo), con base en Irlanda, atacaron la zona del Garona en Francia.

Cuando la expedición noruega se retiró del Garona con intención de regresar a Irlanda, ésta fue sorprendida por un temporal que la arrastró hasta la costa de Asturias. Los “westfaldingi” pensaron – hombre, queríamos volver a casa, pero ya que estamos por aquí vamos a ver si pillamos algo de rebote -. Total, que los vikingos asomaron el hocico en Gijón, pero no se atrevieron a desembarcar porque la vieron fuertemente defendida y hombre, atacar por atacar, tampoco era plan. Así que continuaron navegando hacia el oeste y tomaron tierra en Galicia, junto al Faro Brigantium (Torre de Hércules, en La Coruña). Galicia era por entonces parte del Reino de Asturias y su rey, Ramiro I, se había percatado de que los vikingos no tenían buenas intenciones, así que les envió a sus ejércitos y allí, junto a La Coruña, les aplicaron un severo correctivo, cepillándose a todo el que pudieron y quemándoles setenta barcos. Los “westfaldingi” salieron por piernas de Galicia y bastante mermados en número, pero pensaron – nos han fastidiado, pero no nos podemos ir de gratis a casa -, así que continuaron navegando hasta Lisboa, ya en pleno Al-Andalus musulmán. Un cronista árabe habla de un mar lleno de “pájaros de color rojo oscuro”, en alusión al color granate de los barcos de guerra noruegos. Durante treinta días trataron sin éxito asaltar Lisboa, pero como aquella gente era más tozuda que Paco Martínez de Soria cuando se enroscaba la boina, deicidieron continuar hacia el sur. Finalmente la escuadra entró por el Guadalquivir y los “westafldingi” arrasaron y saqueron Medina Sidonia, Carmona y la mismísima Sevilla. Cuando el ejército musulmán de Córdoba reaccionó, presentó batalla a los vikingos en Tablada, junto a Sevilla, y allí les derrotaron. Los noruegos que quedaron vivos huyeron y regresaron a Irlanda (no sin antes hacer algunos saqueos más en Francia. Sí, eran algo cansinos).

El rey de los noruegos irlandeses, un tal Turgeis, acostumbrado a recibir buenas noticias, fue informado del vapuleo recibido por los suyos en la Península Ibérica y decidió enviar un emisario a Al-Andalus para pactar la paz con los musulmanes y de rebote con los asturianos, ya que pensó que era mejor llevarse bien con esa gente. Abderramán II, emir de Córdoba, escogió a su mejor diplomático: Yahya ibn-Hakam el Bekri al Djayani, alias Al-Ghazal (la gacela). Al-Ghazal era poeta, orador, matemático, era ingenioso y gozaba de grandes habilidades comunicativas, ya que le describen como un hombre que “sabía entrar y salir por todas las puertas”. Le apodaban la gacela porque, pese a sus cincuenta años, por lo visto era un tipo apuesto de figura esbelta. Vamos, que venía a ser una especie de George Clooney andalusí, pero sin Nespresso y bastante más letrado.

El caso es que Al-Ghazal y su séquito acompañaron al emisario de Turgeis y, después de un accidentado viaje llegaron a una gran isla en el océano. La crónica de la embajada cuenta que Al-Ghazal observó como aquel lugar estaba lleno de otras islas menores, habitadas todas por vikingos. También nos cuenta que la mayoría eran cristianos, pero que había otros que eran paganos, que adoraban el fuego y que se casaban entre hermanos. Nos dice que los vikingos cristianos atacaban a los paganos y los capturaban. La crónica también nos habla de corrientes de agua y jardines y los historiadores modernos consideran que Al-Ghazal estuvo en el actual Condado de Kerry, en Irlanda.

Al-Ghazal fue presentado al rey vikingoTurgeis y a su esposa Nud. Se intercambiaron regalos y mensajes. La crónica no nos habla del contenido de las conversaciones ni los tratados de paz o pactos entre Al-Andalus y los noruegos, pues como hoy sucede se trataba de información confidencial y jamás llegó a desvelarse. Sabemos que Al-Ghazal entabló una gran amistad con la mujer de Turgeis, la reina Nud, por no decir que se la cameló con poemas y peloteos varios, pero no porque le gustase realmente sino porque ganándose su cofianza podría ganarse mejor a Turgeis. El séquito andalusí, bastante preocupado, le dijo a Al-Ghazal que tuviera cuidado de no propasarse con la reina vikinga o corrían el riesgo de salir escaldados de allí. Así que Al-Ghazal dejó de frecuentar los aposentos de Nud y ésta, extrañada, le preguntó que porqué no iba a visitarla más a menudo. Al-Ghazal le explicó la razón y que temía los celos de su marido y ella le respondió que entre su gente las mujeres estan con los hombres mientras les agradan y cuando dejan de agradarles los abandonan. Evidentemente Al-Ghazal se quedó a cuadros al escuchar eso.

La embajada duró veinte meses y se cree que pactaron una alianza para atacar a los franceses, pero poco después de la marcha de Al-Ghazal hubo una rebelión de tribus celtas irlandesas y Turgeis fue capturado y ahogado en un río...

La crónica original de la embajada de Al-Ghazal, que fue escrita docientos años después, descansa en un museo londinsense y es prácticamente un testigo único de una de las pocas personas que pudiron ir a tierra de vikingos y además regresar para contarlo.

4 comentarios:

tino dijo...

Cuando mencionas al chavalote este Al-Chazal, no puedo por menos que relacionarlo con la palabreja "El Zagal", por lo que cuentas los zagales/as de ESADE son aprendíces a su lado. El caso es que de todo esto yo saco mis conclusiones "Un tanto vikingas", y es que mal que nos pese y por mas que digamos que la violencia no conduce a nada (Lo decimos con la boquita pequeña por eso ehh.), pues como te digo mal que nos pese hay que reconocer que un estacazo en los ganglios a tiempo evita males mayores (Esto te lo dice un pacifista convencido), otra cosa es usar el truco del rujido como los leones pa que no nos toquen los cojones (Algo así como tener bombas atómicas pero claro está no utilizarlas), pero dejando aparte estas demagogias, lo mas majo es el amor y el buen entendimiento, eso está mas claro que el agua de diseño. Mira por donde a lo mejor me animo y voto y todo, (Me hago viejo colega).
PDT.- Si puedes canaliza bien tus conocimientos, porque a la pleve le interes mas no pensar ni aprender, o sea que tienes una tarea un tanto difícil, por lo demás y aunque no te lo creas me gustan estos relatos, al menos sirven para demostrar que las cosas cambian poquito aunque pasen 2000 años. Justamente hoy me decía un profesor "Lo malo no es que sigan habiendo analfabetos, es que ahora ya no quieren aprender", esto generalizando claro está; por cierto ¿Alguien aquí generaliza alguna vez? nooooooo que vaaaa eso es muy feoooo.
Bueno corto que esta posdata no me he dado cuenta y es un poco larga, y me costará un guebo ¿A que si?.

Javi dijo...

Aunque les dieran un estacazo en los ganglios, debes saber que hubo hasta tres ataques vikingos más a Galicia. Y aunque esas tres veces les costó más que la primera, al final los acabaron echando.

Elena dijo...

Qué pesaícos los noruegos, ¿no? A mí que me caían bien. Lo que me ha hecho bastante gracia es el Clooney magrebí camelándose a la vikinga progre que ya pasa de su marido, y encima el Clooney se queda a cuadros. Si es que es verdad, las cosas en el fondo no cambian, el morillo debía tener unas cuantas con el velo puesto en su casa y no daba crédito. Qué bueno.

Marta Parreño dijo...

Jajajjaja, me encanta que aparezcan Paco Martínez Soria y George Clooney en un exto sobre vikingos.

Insisto, si los profes explicaran así la historia, tendría más seguidores de los que tiene ahora, (que ahora debe tener 3, tú y algun otro freaky).